lunes, 21 de febrero de 2011

Capitulo once

Antes que nada. Gracias por sus visitas, me emocionan de manera que no tiene idea y antes de publicar el cap… solo pido que no me maten… ¿Vale? xD
Les dejo con los significados de los nombres de nuestros protas.

-Angélica nombre femenino de origen latino eclesiástico "angelicus", cuyo significado es "Aquella que es angelical" o "Aquella con gran parecido a los ángeles por su candor y gran belleza"
Ange se muere si sabe que esto significa su nombre xD
-Antonio, nombre masculino originado de un gentilicio romano "Antonius", su significado "Aquel que es digno de alabanza o estima"
Para que hablar de cuanto le subiría el ego a Antonio xD
Y ahora si el cap ^^(Mabel se encierra en un refugio anti-bombas xD)
Capitulo 11: Creí
"Creí escucharte cantar.
Creo que creí verte intentar
Pero eso fue sólo un sueño,"
Losing my religión – REM
El teléfono volvió a resonar en mi bolsillo. Lo saqué de allí para observar quien me llamaba. Por supuesto, era la séptima vez que Katte intentaba comunicarse conmigo sin éxito alguno. Suspiré y guardé el celular en su lugar.
Sabía que no era sano, pasar exactamente todos los días de vacaciones de invierno encerrada en mi pieza. Pero no anhelaba moverme, ni siquiera si llegase a terremotear.
Los pasos de mi mamá inundaron el pasillo. Golpeó la puerta, cosa tonta porque igual entró sin pedirme permiso, con el teléfono de la casa en mano.
—¿Puedes por favor hablar con Katte?— señaló enfadada.— O anda a su casa… lo que sea para que deje de llamar.
Me incorporé sobre la cama. La observé sin gesto alguno y alargué el brazo.
—Mucho mejor— me lo entregó y salió de mi pieza.
—¿Aló?—comenté resignada.
—¡Ange! ¡Donde has estado!— tuve que alejar el auricular de mi pobre oído— necesito saber que pasa… ¡Ahora!
—Te veo en una hora en el parque— le comenté secamente, para cortarle con violencia, y hacerme el animo de arreglarme para salir.
Aunque yo llegué con diez minutos de retraso, mi mejor amiga me recibió animada. Comenzó a relatarme de todas sus actividades de invierno. Con amplios gestos intentaba traspasarme su energía, aunque sus intentos fuesen inútiles.
Ella se detuvo en seco de lo que estaba contándome. Me observó de pies a cabeza y explotó sus verdaderas intenciones.
—Por favor Ange— la voz de Katte se quebró en ese momento. —Tú sabes que detesto verte actuar de esa manera.
—¿Qué manera?— solté indiferente y sin mirarla.
—¡De esa manera!— se colocó enfrente de mí—¡Quiero saber que te hizo Antonio!— gritó con todas sus fuerzas.
Yo la miré impresionada. No había mencionado su nombre… hace unas cuantas semanas, cuando todo definitivamente se fue al carajo.
Pero mi mejor amiga, la pequeña Katte sabía de antemano lo que me sucedía.
—Pareces una autómata— continuó un poco mas despacio— lo haces todo por inercia, ya no sonríes como antes…— se detuvo solo un poco.—Ya no sé donde está mi mejor amiga.
Ni siquiera yo podía responder esa pregunta. Mi esencia escapó hace unas cuantas semanas atrás y no ha dado señales de volver nuevamente.
—Esta bien me rindo— solté algo molesta— ¿Dónde te perdiste?
—Recuerdo que al parecer se quedaron un día junto después de clase.
—Ese día…— dije intentando que los recuerdos no me asaltaran.
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El otoño se acababa, y el invierno comenzaba a despertar.
Un intenso frío comenzaba a reinar por las calles, aunque yo pocas veces podía sentirlo.
La verdad es que era inmensamente feliz. Reía con absolutamente todas mis ganas, y viví entre medio de las nubes con todas mis fuerzas… lamentablemente la caída duele más cuando caes de tan alto.
Por lo general me quedaba con Antonio, luego de clases.
En esos momentos solíamos conversar como antes, pero ahora yo podía acunarme en su pecho y quedarme en paz, durante todo el tiempo que podíamos.
Ha veces solo nos quedábamos en silencio, y el acariciaba mi cabello mientras hundía la nariz en ellos. Aunque todavía no se atrevía a besarme.
Y eso me tenía totalmente intrigada.
—¿Aún no lo hace?— me preguntó Katte con una sonrisa despectiva.
—Si no quieres creerme es cosa tuya.
—Mira a quien se le pegan mañas— ella sonrió, y mis mejillas se colorearon por ese comentario— pero pasan mucho tiempo juntos… ocurrirá alguna vez.
Y eso me ponía nerviosa de una manera brutal.
A veces Antonio se acercaba a mi rostro, solo ese gesto lograba que mi corazón se colara en mi garganta, me temblaran las piernas y no pudiese responder coherentemente.
Cuando esto sucedía, él se reía sin ningún tono de burla y acariciaba mi cara delicadamente.
—Eres tan… adorable aunque me duela admitirlo.
Pero cuando decía eso, a mí me dolía un poco. Porque él lo decía como si fuera… bueno, como si fuese una niña.
—No soy tan niña— comentaba y mis mejillas se inflaban.
Y él reía más.
—Es que yo… a mí me encanta esa parte de ti.
Nuevamente nos envolvíamos en un silencio agradable.
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—¿Si estaban tan bien…?
—Nosotros no estábamos bien Katte— la contradije— él tenía todas las libertades y ninguna obligación conmigo. Apenas yo me daba la vuelta él corría a los brazos de Alejandra.
—¿Y tú…?
—Aún no llegamos a esa parte— comenté sentándome en una banca del parque— ¿sigo?
Ella también lo hizo.
—Por supuesto.
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—¿Qué hay de las rosas?
Antonio soltó esa pregunta de la nada. Intenté relacionarla con algo que dije, pero no supe el porque de esa pregunta.
—¿De que hablas?
—¿No me hablabas de la pelea con tu mamá?
—¿Cuándo me dijo que los cactus tienen espinas, porque por dentro son esponjosos? Si fue totalmente desagradable cuando me comparó con eso…
—Las rosas son iguales— susurró él por lo bajo. Y yo volví a ponerme roja por el comentario.
Sus dedos acariciaron mi rostro con delicadeza.
—Mira ahora eres una rosa roja— se acercó a mí de manera peligrosa para dejar un beso en la comisura de mis labios.
Pero ese jueguito de tira y afloja me estaba aburriendo. Así que decidí ir más lejos y soltar lo siguiente.
—¡Vamos como si pudieras hacerlo!
Él me miró de manera extraña.
—¿Qué me dices pequeña?— me sostuvo la mirada con tanta pasión que tuve que bajar la mía.
—Eso… no puedes… tú sabes.
Se acomodó en su costado. Con la sonrisa torcida, como ganador absoluto.
Y esa parte de él, que antes tanto odiaba, ahora me fascinaba como una idiota de primera.
—¿Qué cosa?
—¡No te hagas el tonto!— solté con la cara colorada— sabes muy bien a lo que me refiero. Sus ojos se tornaron serios de la nada.
—¿No lo entiendes verdad?— dijo aproximándose con cautela— yo no quiero… no deseo herirte. Pero… una parte de mí.
Se acercó más y más. Instintivamente cerré los ojos, pero luego su calor se fue.
Algo frustrada me alejé y cerré mis brazos en jarras sobre mi pecho.
—¿Me ves como una niña?— ataqué enojada— acéptalo, ni siquiera cuando Sebastián te "obligó" a besarme pudiste— seguí irritada—¿sabes que creo? Que realmente no puedes hacerlo, así de simple y directo.
Él se quedó de una piedra al escucharme. Arrugó su ceño y de la nada, parecía más enojado que nunca.
—Y ahora me dirás "piensa lo que sé te de la gana"— ironicé más molesta por su actitud.— me retiro.
Hice el gesto de pararme, mas él me retuvo tomando mi brazo. Su gesto de enojo desaparecía. Estaba tan serio que casi me intimidaba.
Mas le devolví el gesto con tanta terquedad como me fue posible.
Intenté decirle algo, pero entonces él se aproximó y se apoderó de mi boca de lleno.
Abrí los ojos, más impresionada que otra cosa más que nada. Antonio siguió degustando mis labios, como quien los hubiese deseado desde hace tanto tiempo… me sentí helada por la pasión destilada en ese gesto, tan sencillo pero tan complejo a la vez.
Antonio me soltó, respirando igual de agitado que yo. Le costó un rato poder mirarme a la cara otra vez.
—Nunca me digas, qué no puedo hacer.
Desvié la mirada confundida.
—¿Qué fue eso?— pregunté con los ojos clavados en mis zapatos.
—Yo… la verdad no lo sé.
Cuando él me dijo esas palabras, lo bello del momento se desvaneció. Para él solo había sido eso… un beso. Para mí era algo, quizá lo mas importante que pasó entre nosotros.
Pero eso no significaba que estaría a mí lado. Eso tampoco quería decir que la hubiese olvidado.
Y de repente eso me dolió muchísimo más de lo que creía.
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—Sencillamente después él se terminó alejando de mí— concluí— tomó todo lo que quiso, me dejó como una idiota. Y a las pocas semanas Alejandra publicaba en msn que estaban de vuelta— con algo de sarcasmo terminé diciendo— "ahora son novios oficiales"
Katte dio otro suspiro. La miré para ver que opinaba ella sobre todo el asunto.
—De veras que no lo entiendo. Aunque supongo que tú miles de veces lo preguntaste… pero en verdad no lo entiendo. Yo de veras pensaba que él te quería.
—Yo también, y ese fue mi error.
Nos quedamos un momento en silencio. Hacía tanto frío, pero en realidad para mí, no tenía nada que ver con la temperatura. Era como si mi corazón no pudiese funcionar.
—Se escucha lindo al principio… pero luego como que, ya no— soltó Katte de la nada.
—La verdad fue así todo el tiempo— suspiré— siempre supe que ellos volverían, que incluso luego de eso, él correría detrás de ella.
—Y eso te lo dijo…
—La misma Alejandra— se me secó la voz— y no precisamente se juntaban para ver la puesta de sol ¿sabes?
Katte que era tan lenta para algunas cosas, podía ser rapidísima para otras.
—¿Acaso me estas insinuando qué…?— chilló en mi oreja, para luego ponerse colorada de la impresión.
—Si eso mismo— me tiré sobre el banco del parque.
Ella me miró de reojo. Quizá intentando vislumbrar la pena entre medio de mi desinterés.
—Ahora entiendo mejor las cosas. ¿Por eso has estado tan alejada en estas vacaciones de invierno?
—Algo así… si me juntaba contigo, sabía que tarde o temprano terminaría contándote lo que pasó.— apoyé mi cara en mis manos— he estado huyendo de todo lo que sea hablarle o hablar de él.— cerré los ojos.—lo siento por estar tan alejada esa temporada.
—Yo… bueno todos nosotros te vimos tan feliz— Katte jugó con sus dedos nerviosa— la verdad ahora me siento algo culpable. Tú sabes por animarte y todas esas cosas. Pero cuando leí por msn que ellos estaban juntos de nuevo— tragó la saliva— no entendí nada, y quise juntarme contigo desde ese día. Pero tú te me escapas con cualquier excusa tonta.
Volví a suspirar y a sentirme culpable. Ella estaba tan preocupada por mí, y yo solo la alejé de mí lado. Todo porque era demasiado terca, orgullosa y estúpida como para darme cuenta que mi estado la afectaba. Porque era mi mejor amiga y siempre lo sería.
—¿Y que harás cuando regresemos?
El regreso. El inevitable regreso de verlos juntos. De aguantarme todo la mierda cuando los veía juntos.
—Estoy asustada… no sé como reaccionaré.
No quedamos un rato calladas.
—Es como esa canción… ¿sabes?— solté de la nada— "Creo que creí verte intentar, pero eso fue sólo un sueño"— le dije— se llama "perdiendo mi religión". Es como si creer en todos, hasta de mí misma… fuese imposible en estos momentos.
Katte me miró nuevamente con culpa. Tomó mi mano y logró sonreírme a pesar de todo.
—Siempre has cuidado de mí… ahora yo te cuidaré.
—No es necesario, de veras.
Ella lo negó con la cabeza.
—Al menos lo intentaré aunque no quieras. Y cuando mi mejor amiga esté de vuelta, nos reiremos de todo esto. Solo será un mal recuerdo que se coló por la ventana.
Los ojos miel de ella no me permitían decirle que no.
—No te preguntaré más… aunque sé que muchas más cosas pasaron— continuó— cuando estés lista me lo dirás. Ahora iremos a la heladería por algo grasoso, lleno de crema y chocolate.
Le medio sonreí al escucharla.
—¿Y por qué no?— le respondí, levantándome para seguir adelante como siempre lo había hecho.
Continuará.

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