Prologo:
Un SOS emití pero no era para ti
¿Cómo demonios terminé aquí?
Estaba instalada sobre la mesa del lugar. Todo olía a demonios y era, supongo la razón de mi dolor de cabeza. La música estridente me mareaba atrozmente.
Recorrí el lugar, buscando a las culpables. Mi prima Nicol nuevamente sonreía para conseguir alcohol gratis, era un truco que parecía funcionarle, ya estaba por la tercera botella. La otra, su hermana Daniela, enredaba su lengua con el nuevo amor de su vida, un sujeto de pantalones anchos y mirada lasciva. Para que hablar del resto, si realmente todos parecían robots bailando al son del ritmo. Uno de ellos posó su mirada en mí, fijándose en todo mi cuerpo. Horrible, francamente detestable. Rodé los ojos mirando hacia otra parte incomoda.
Mas el sujeto no parecía percatarse de que yo lo odié apenas me miró. Se acercó a mí, caminando torpemente, apenas consciente de sus movimientos. Luego me dirgio una sonrisa torcida. Y yo solo pensé "Antonio". Sacudí mi cabeza para despejarme de los recuerdos.
—¿Estás de luto hermosa?— comentó tendiéndome la mano.
¿Y este se las da de sicologo? Aún así acepté con desgana su invitación a bailar, tan solo para sacarme el aburrimiento del cuerpo. Descorrí con desgana el mechón violeta de mi frente, y me dirigí hacia la pista de baile.
Él como todo hombre, aprovechó al instante la oportunidad para tomar mi cintura. Fruncí el ceño de inmediato, molesta por tanta desfachatez.
—¿Por qué tan enojada?— el sujeto volvió a marearme con su aliento plagado de alcohol. Ante ese desagradable olor corrí la cara.
—Nada importante— respondí aún aburrida. Mas no sé porque razón, el imbécil lo tomo como una invitación para aproximarme a su cuerpo. Que tonto, fue mucho más fácil darle un golpe gracias a ello. Un fuerte empujón casi lo deja sentado sobre la pista. No me importó, tan solo me di la vuelta. Pude escuchar los gritos del sujeto, sonreí con malicia.
Milagrosamente el vaso estaba intacto. Observé la mesa y sus alrededores, pero era un buen pretexto para botar esa bebida. Estaba por desecharla cuando sonó mi celular. Observé la pantalla, el nombre de mi tío resaltaba.
—¿ Dígame?— detestaba contestar con todo el ruido externo.
—¡Hola sobrina! Llamaba porque mis hijas no respondían sus celulares ¿Están bien?— preguntó fingiendo preocupación.
"Por supuesto que si, ambas están hundidas intentando olvidar que usted se está revolcando con su secretaria"
—Perfectamente— respondí con sarcasmo. Luego recordé que los hombres entienden a golpes, no sutilezas.—Yo las llevaré a casa.
—Es tan tranquilizante saber que estás con ellas, de verdad muchas gracias.
Claro dejarles la responsabilidad de sus hijas a quien sea. Eres realmente el padre del año, pensé mientras cortaba la llamada. Eran ya las tres de la mañana, algo tarde para conseguir locomoción decente. Decidí llevarme a mis primas aunque fuese con grúa.
Primero me dirigí donde estaba Nicol. Un montón de vasos la rodeaban, así que apuré el paso. Le toqué el hombro y ella respondió con una risotada con olor a cerveza.
— ¡Prima!— gritó eufórica— mira escúchame. — Me tomó de los hombros, intentando fijar la mirada— si yo puedo olvidar al idiota de mi progenitor, tú puedes olvidar a tu estúpido. Vamos bebe conmigo.
— Olvídalo, nos vamos a casa— la tomé fuertemente por la cintura.
Era la parte más fácil, lo complicado sería desenredar la lengua de Daniela, del chico que era todo su centro ahora. Ella nos miró con bastante desagrado para gritarnos:
—¡Yo no me iré ahora!— me miró intentando asustarme. No le resultó, yo tan solo señalé a su hermana, quien con suerte se podía sus propios pies.
—Yo tengo el dinero— repliqué furiosa— mueve tu trasero antes que los patee a ambos.
La cara del acompañante de mi prima fue épica, digna de cualquier obra dramática. Salió corriendo como alma que la lleva el diablo. Sonreí triunfal, mientras Daniela me fulminaba con la mirada.
A pesar de su enfado, decidió seguirme de mala gana. Después su rostro cambió radicalmente, convenciéndose del deplorable estado de su hermana. Suspiré.
—Iremos a mi casa. Mañana se largan temprano.
Ella se sorprendió ante mi muestra de generosidad. Supongo que no pensaba que su aburrida prima sería capaz de salvarla de la incomodidad que representaba llevar a su hermana ebria, la cual ahora cantaba una versión inventada del himno nacional.
—Yo no te entiendo… pensé que bueno, tú sabes. — comentó.
—No tienes que hacerlo tampoco.— apoyé el peso de Nicol sobre mi costado— tómala del otro lado, o nos caeremos. Y ahí si que no podré inventar una mentira, para encubrir el hecho de que terminamos en el hospital.
Tomamos un taxi, era realmente tarde. Me senté en el medio mirando con desconfianza al conductor, aunque él parecía mas preocupado de que Nicol no vomitara.
Ella mientras tanto tarareaba una canción de los tiempos de cuando éramos infantes. Cantaba distraída mientras observaba al mundo con gesto ausente. Cada cual tiene su manera de evadirse de la realidad, y ella estaba feliz de haberla encontrado.
—¿Desde cuando...?
—¿Qué bebe?— me irrumpió Daniela— desde que...— desvió la mirada con pena— él se fue con su amante. Papá nos ha dejado solas, como siempre.
Pronunció la palabra "papá" con el mismo desprecio que yo pensaba en Antonio. No quise preguntar, cada cual con sus propios problemas. Era obvio que salían para olvidarse de todos los problemas. Suspiré y me entretuve mirando por la ventana.
El taxi se detuvo frente a mi casa. Nicol salió temblorosa, con el semblante sumamente pálido. Era de contextura delgada, así pues el alcohol le afectaba más. Al ver mi cara de preocupación su hermana me dijo:
—Descuida no es la primera vez que toma tanto— la tomó de los hombros, logrando que se centrara en su rostro— Nicol vamos a la cama.
Aunque mi prima no parecía entender nada, aún así asintió estirando sus delgados brazos, intentando poner cara de sobria. Con la oscuridad era algo fácil de aparentar. Me sorprendía, al parecer era algo que solía hacer con bastante frecuencia.
Finalmente Daniela, a punta de esfuerzos, reclamos e insultos en voz baja, logró acostar a su hermana en mi cama. La cuidó hasta que se quedo profundamente dormida. Yo mientras buscaba unos cobertores, pensaba dormir en el sofá para que ellas ocuparan mi habitación. Antes de poder retirarme Daniela me atajó, preguntándome preocupada:
—Espera… ¿A ti que te pasa?.
—Nada importante.
—No bailaste con nadie. Solo te quedaste sentada, mirando que hacíamos mi hermana y yo.— remarcó, molestándome profundamente.
—¿Cuál es tu punto?
—Eres demasiado joven como para arruinar tu juventud por un tonto.
—Y tú eres una demasiado enana como para enredar tu lengua en cuanto chico se te cruce por delante— respondí enojada por su actitud de chica grande.
—Es el amor de mi vida.
—Mira quien habla de madurez ahora— me crucé de brazos.— cada cual supera sus problemas a su modo.
—Tu problema querida prima, es que tú no intentas siquiera eso.
Y tenía razón.
—Da por hecho que esta es la última vez que les hago un favor— finalicé la conversación con un portazo.
Mientras bajaba las escaleras, las lagrimas se derramaban por mi cara sin poderlo contener. Recordé con cruel ironía como lo rechacé... para luego de todas maneras darle un oportunidad ¿Para qué? ¿Por qué?
Para que me engañara a los pocos meses, para crear ilusiones de palabras falsas. Dejarme tan dañada y rota, que no puedo ver la cara de otro hombre, sin recordarlo ni odiarlo al instante.
Y a pesar de todo yo...
Me abracé a mis rodillas, mientras intentaba dormirme sobre el sofá.
Continuará
Nota: Prologó según Ange, espero les guste ;D
—¿Estás de luto hermosa?— comentó tendiéndome la mano.
¿Y este se las da de sicologo? Aún así acepté con desgana su invitación a bailar, tan solo para sacarme el aburrimiento del cuerpo. Descorrí con desgana el mechón violeta de mi frente, y me dirigí hacia la pista de baile.
Él como todo hombre, aprovechó al instante la oportunidad para tomar mi cintura. Fruncí el ceño de inmediato, molesta por tanta desfachatez.
—¿Por qué tan enojada?— el sujeto volvió a marearme con su aliento plagado de alcohol. Ante ese desagradable olor corrí la cara.
—Nada importante— respondí aún aburrida. Mas no sé porque razón, el imbécil lo tomo como una invitación para aproximarme a su cuerpo. Que tonto, fue mucho más fácil darle un golpe gracias a ello. Un fuerte empujón casi lo deja sentado sobre la pista. No me importó, tan solo me di la vuelta. Pude escuchar los gritos del sujeto, sonreí con malicia.
Milagrosamente el vaso estaba intacto. Observé la mesa y sus alrededores, pero era un buen pretexto para botar esa bebida. Estaba por desecharla cuando sonó mi celular. Observé la pantalla, el nombre de mi tío resaltaba.
—¿ Dígame?— detestaba contestar con todo el ruido externo.
—¡Hola sobrina! Llamaba porque mis hijas no respondían sus celulares ¿Están bien?— preguntó fingiendo preocupación.
"Por supuesto que si, ambas están hundidas intentando olvidar que usted se está revolcando con su secretaria"
—Perfectamente— respondí con sarcasmo. Luego recordé que los hombres entienden a golpes, no sutilezas.—Yo las llevaré a casa.
—Es tan tranquilizante saber que estás con ellas, de verdad muchas gracias.
Claro dejarles la responsabilidad de sus hijas a quien sea. Eres realmente el padre del año, pensé mientras cortaba la llamada. Eran ya las tres de la mañana, algo tarde para conseguir locomoción decente. Decidí llevarme a mis primas aunque fuese con grúa.
Primero me dirigí donde estaba Nicol. Un montón de vasos la rodeaban, así que apuré el paso. Le toqué el hombro y ella respondió con una risotada con olor a cerveza.
— ¡Prima!— gritó eufórica— mira escúchame. — Me tomó de los hombros, intentando fijar la mirada— si yo puedo olvidar al idiota de mi progenitor, tú puedes olvidar a tu estúpido. Vamos bebe conmigo.
— Olvídalo, nos vamos a casa— la tomé fuertemente por la cintura.
Era la parte más fácil, lo complicado sería desenredar la lengua de Daniela, del chico que era todo su centro ahora. Ella nos miró con bastante desagrado para gritarnos:
—¡Yo no me iré ahora!— me miró intentando asustarme. No le resultó, yo tan solo señalé a su hermana, quien con suerte se podía sus propios pies.
—Yo tengo el dinero— repliqué furiosa— mueve tu trasero antes que los patee a ambos.
La cara del acompañante de mi prima fue épica, digna de cualquier obra dramática. Salió corriendo como alma que la lleva el diablo. Sonreí triunfal, mientras Daniela me fulminaba con la mirada.
A pesar de su enfado, decidió seguirme de mala gana. Después su rostro cambió radicalmente, convenciéndose del deplorable estado de su hermana. Suspiré.
—Iremos a mi casa. Mañana se largan temprano.
Ella se sorprendió ante mi muestra de generosidad. Supongo que no pensaba que su aburrida prima sería capaz de salvarla de la incomodidad que representaba llevar a su hermana ebria, la cual ahora cantaba una versión inventada del himno nacional.
—Yo no te entiendo… pensé que bueno, tú sabes. — comentó.
—No tienes que hacerlo tampoco.— apoyé el peso de Nicol sobre mi costado— tómala del otro lado, o nos caeremos. Y ahí si que no podré inventar una mentira, para encubrir el hecho de que terminamos en el hospital.
Tomamos un taxi, era realmente tarde. Me senté en el medio mirando con desconfianza al conductor, aunque él parecía mas preocupado de que Nicol no vomitara.
Ella mientras tanto tarareaba una canción de los tiempos de cuando éramos infantes. Cantaba distraída mientras observaba al mundo con gesto ausente. Cada cual tiene su manera de evadirse de la realidad, y ella estaba feliz de haberla encontrado.
—¿Desde cuando...?
—¿Qué bebe?— me irrumpió Daniela— desde que...— desvió la mirada con pena— él se fue con su amante. Papá nos ha dejado solas, como siempre.
Pronunció la palabra "papá" con el mismo desprecio que yo pensaba en Antonio. No quise preguntar, cada cual con sus propios problemas. Era obvio que salían para olvidarse de todos los problemas. Suspiré y me entretuve mirando por la ventana.
El taxi se detuvo frente a mi casa. Nicol salió temblorosa, con el semblante sumamente pálido. Era de contextura delgada, así pues el alcohol le afectaba más. Al ver mi cara de preocupación su hermana me dijo:
—Descuida no es la primera vez que toma tanto— la tomó de los hombros, logrando que se centrara en su rostro— Nicol vamos a la cama.
Aunque mi prima no parecía entender nada, aún así asintió estirando sus delgados brazos, intentando poner cara de sobria. Con la oscuridad era algo fácil de aparentar. Me sorprendía, al parecer era algo que solía hacer con bastante frecuencia.
Finalmente Daniela, a punta de esfuerzos, reclamos e insultos en voz baja, logró acostar a su hermana en mi cama. La cuidó hasta que se quedo profundamente dormida. Yo mientras buscaba unos cobertores, pensaba dormir en el sofá para que ellas ocuparan mi habitación. Antes de poder retirarme Daniela me atajó, preguntándome preocupada:
—Espera… ¿A ti que te pasa?.
—Nada importante.
—No bailaste con nadie. Solo te quedaste sentada, mirando que hacíamos mi hermana y yo.— remarcó, molestándome profundamente.
—¿Cuál es tu punto?
—Eres demasiado joven como para arruinar tu juventud por un tonto.
—Y tú eres una demasiado enana como para enredar tu lengua en cuanto chico se te cruce por delante— respondí enojada por su actitud de chica grande.
—Es el amor de mi vida.
—Mira quien habla de madurez ahora— me crucé de brazos.— cada cual supera sus problemas a su modo.
—Tu problema querida prima, es que tú no intentas siquiera eso.
Y tenía razón.
—Da por hecho que esta es la última vez que les hago un favor— finalicé la conversación con un portazo.
Mientras bajaba las escaleras, las lagrimas se derramaban por mi cara sin poderlo contener. Recordé con cruel ironía como lo rechacé... para luego de todas maneras darle un oportunidad ¿Para qué? ¿Por qué?
Para que me engañara a los pocos meses, para crear ilusiones de palabras falsas. Dejarme tan dañada y rota, que no puedo ver la cara de otro hombre, sin recordarlo ni odiarlo al instante.
Y a pesar de todo yo...
Me abracé a mis rodillas, mientras intentaba dormirme sobre el sofá.
Continuará
Nota: Prologó según Ange, espero les guste ;D